En relación al tema del que se tocó la semana pasada sobre descongelar alimentos, a modo de completarlo, hoy vamos a hablar de la cadena del frío. Algo con lo que deberíais estar familiarizados.
Como bien nos indica Wikipedia «La cadena de frío es una cadena de suministro de temperatura controlada. Si se mantiene intacta, garantiza al consumidor que el producto de consumo que recibe se ha mantenido dentro de un intervalo de temperaturas durante la producción, el transporte, el almacenamiento y la venta». Evitando grandes contrastes de temperatura o humedad, se consigue retrasar la degradación del alimento y conservar sus propiedades de olor, sabor y gusto.
Un ejemplo de como la cadena de frío adquiere bastante importancia, está en la industria farmacéutica. Al pasar por la serie de elementos y actividades necesarias, se debe garantizar la potencia inmunizante de las vacunas, desde su fabricación hasta la administración de estas a la población.
El riesgo a que se rompa la cadena del frío es la consiguiente aparición de gérmenes, debido a que muchas veces se venden como artículos frescos, aquellos que han estado largo tiempo helados.
Así, os debe quedar claro que un producto que se descongela no se puede volver a congelar. Bajo ningún concepto o excusa. Si un alimento se vuelve a congelar tras ser descongelado, conservaremos los microorganismos que se han formado. Incluso, el agua que contiene se cristaliza y que puede deteriorar dichos alimentos.
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