¿Qué sucede en el cerebro en un estado de ansiedad?

Esa es la pregunta que se han realizado durante cuatro años un equipo científico internacional y por fin han dado con la respuesta. La química vuelve a tener la respuesta.

Según el artículo del periódico El País se ha descubierto un proceso químico del cerebro que dispara la respuesta ante situaciones fuertemente estresantes o acontecimientos traumáticos.

Robert Pawlak, líder del equipo de investigación de la Universidad de Leicester en el Reino Unido señala que «Los problemas relacionados con el estrés afectan a un porcentaje alto de la población y generan un impacto enorme tanto desde el punto de vista personal como social y económico. Se sabía ya que ciertos individuos son más susceptibles a padecer efectos negativos del estrés que otros y, aunque la mayoría de nosotros experimenta acontecimientos traumáticos, sólo algunas personas llegan a padecer trastornos psiquiátricos relacionados con ellos, como depresión, ansiedad o síndromes postraumáticos, por razones que no están claras».

El objetivo era encontrar factores que hicieran a algunos individuos más vulnerables a los estados de ansiedad y estrés que otros, abordando el problema combinando técnicas genéticas, moleculares, electrofisiológicas y de comportamiento.

El centro emocional del cerebro es la amígdala, que reacciona al estrés incrementando la producción de neuropsina, una proteína descubierta ya por Sadao Shiosaka. Una sucesión de procesos químicos desencadenados por la producción de neuropsina provocan una mayor actividad de la amígdala que determina la respuesta a nivel celular.

Utilizando ratones de laboratorio Pawlak y su equipo descubrieron que los animales, al sentirse estresados, evitan zonas del laberinto de experimentos donde se sentían especialmente inseguros y que coincidían con espacios abiertos e iluminados. Si se bloquea la producción de la proteína neuropsina, (mediante fármacos o genéticamente), los ratones abandonan ese comportamiento motivado por el estrés. En otras palabras, la actividad de la neuropsina y sus mecanismos asociados pueden determinar la vulnerabilidad al estrés.

Los científicos no descartan que su hallazgo pueda tener implicaciones clínicas, de tal modo que se puedan desarrollar terapias preventivas o curativas de desórdenes psiquiátricos asociados al estrés.

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