Este verano he podido recopilar algunos temas de los que nunca pensé que llegaría a hablar en este blog. Uno de ellos es la reciente tendencia que existe en los gimnasios, donde se bebe leche materna para poder ponerse más «cachas». Lo que es un mito que desmontaremos ahora mismo.
La búsqueda de alternativas a los extraños batidos de proteínas para aumentar el volumen muscular ha llevado a una conclusión muy extraña y lo que ha supuesto crear un sistema de compraventa de leche materna en países como Estados Unidos y Argentina.
Todo surgió por culpa de un atleta neoyorquino que cuando le preguntaron de donde obtenía su energía y fuerza confesó que bebía a diario leche materna que le compraba a su vecina. Desde entonces el consumo de leche materna se ha disparado en los gimnasios. Incluso existen páginas web donde puede adquirirse y parece que es el complemento ideal (junto a unos copos de avena en el desayuno) para lucir el tipo perfecto.
A pesar de que algunas investigaciones apuntan a que la leche materna podría combatir la reproducción de células cancerígenas, parece claro que el consumo de leche materna en adultos no es más que un fetiche, pues no hay pruebas claras de que esto sea así.
De hecho, si observamos su composición, la leche materna presenta menos proteínas y más proporción de azúcares pero la misma proporción de lípidos que la leche de vaca. En cuanto a vitaminas, la leche materna es más rica en C y D y contiene menos cantidad de vitamina K. La leche de vaca contiene más cantidad de hierro y calcio.
Es decir, la leche materna no tiene nada que envidiar a la que bebemos normalmente, ¿No? Parece claro que es una moda pasajera.
Deja una respuesta