Los científicos continúan con la búsqueda de una energía renovable y sostenible. Tras buscar alternativas más conocidas con la energía solar y la eólica, la nueva posible fuente de energía son las olas del mar. Pero mejor, vamos a explicároslo desde el principio.
Se lleva soñando desde hace tiempo con conseguir aprovechar el enorme potencial de las mareas y olas del océano. Es la llamada energía undimotriz, u olamotriz. La energía que permite la obtención de electricidad a partir de energía mecánica generada por el movimiento de las olas. Presenta enormes ventajas frente a otras energías renovables debido a que tiene mayor facilidad para predecir condiciones óptimas que permitan mejorar la eficiencia en sus procesos. Es más fácil llegar a predecir condiciones óptimas de oleaje que condiciones óptimas de viento.
Actualmente esta energía ha sido implementada en muchos de los países desarrollados y está logrando grandes beneficios para las economías de estos países (por ejemplo: Gales). Se estima que en Estados Unidos, alrededor de 55TWh por año, son suplidos por energías provenientes del movimiento de las olas. Y Europa no se queda atrás: alrededor de 280TWh al año.
Ahora ha surgido una nueva oportunidad, gracias a la idea de Stig Lunbäck. Este hombre en 1984 inventó la «tecnología dinámica adaptativa de bombeo por pistón» (DAPPT) y decidió aplicarla a un corazón artificial de los de entonces. Ahora, unos cuantos años más tarde, ha pensado que ese mismo sistema se podría integrar en una boya y, oscilando en resonancia con las olas, sería capaz de capturar la energía desbordante del mar.
La propuesta ha cuajado en el proyecto HiWave de CorPower, con la financiación de Kic-InnoEnergy y con el apoyo técnico y material de Iberdrola. Las boyas de CorPower podrían comercializarse en 2018 y el primer dispositivo a escala real estaría previsto para el próximo año. Patrik Möller, director ejecutivo de CorPower, destaca la genial idea de Stig Lunbäck y cómo se desmarca de todo lo intentado hasta el momento con la energía marina.
La boya estaría anclada al fondo marino mediante varias líneas, para optimizar su recorrido vertical. El mayor reto, aparte del material en que serán construidas (para lo que se baraja fibra, metal u hormigón), será el diseño del cable de exportación de energía, que tendrá que estar preparado para trabajar en condiciones extremas.
«Todo lo que está vivo palpita», recalca Stig Lundbäck en una entrevista para El Mundo mientras reproduce con sus manos el movimiento oscilante. «El mar, a su manera, emite sus propios latidos en forma de olas que suben y bajan. El corazón, ahora lo sabemos, bombea con los dos lados y siempre con la misma presión… Las grandes respuestas están en la naturaleza: a los humanos nos toca hacer la conexión».
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