Muy curioso el estudio del que nos habla la revista Muy Interesante sobre el sabor del agua y que desde el Blog nos gustaría compartir con vosotros. ¿A qué sabe el agua?
¿El agua no sabe a nada? ¡No es cierto! Peter Cameron, un biólogo de la Universidad de California ha demostrado que algunos insectos poseen un gen que fabrica una proteína que sirve solo para saborear el agua en las células del gusto. En los humanos, el asunto está todavía un poco más verde. A falta de mayores investigaciones, la creencia generacional es de que el agua es insípida. Lo que hace variar su sabor es su contenido mineral.
Desde los años 20 se cree que el gusto del agua depende de lo que hemos comido antes, llegando a ser demostrado en la década de los 60 y 70 por la psicóloga Linda Bartoshuk. Se llegó a la conclusión de que el agua tiene sabor pero solo como postgusto tras haber probado otra cosa. Pero a principios de este siglo los científicos empezaron a replantearse esta afirmación debido al descubrimiento de que ciertas partes del cerebro responden específicamente al agua.
Científicos de la Universidad de Utah han descubierto que «las células del gusto de los mamíferos crean unas proteínas llamadas acuaporinas que sirven para transportar el agua a través de las membranas. Estas acuaporinas, que se encuentran en otros tipos de células, podrían ser clave para que el líquido vital estimule las células del gusto».
El fisiólogo de la Universidad Duke en EE. UU, Sidney Simon, ha hallado células específicas para el agua en el córtex gustativo de las ratas, pero otros científicos no, lo que hace poner este último estudio en duda. En cambio, los neurocientíficos tienen la creencia de que el mecanismo que hace que los insectos saboreen el agua no aparece en los mamíferos… pero, si el 75 % del planeta y de los seres vivos es agua, ¿No es extraño pensar que no hemos desarrollado el sentido del gusto hacia ella?
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