El hidrógeno, ese elemento en la tabla periódica difícilmente de encuadrar en algún grupo por sus propiedades (gas inflamable, incoloro, inodoro, no metálico e insoluble en agua) puede volverse metálico. ¿Qué no?
Este novedosos estado del hidrógeno (normalmente gaseoso) se consigue cuando se le comprime lo suficiente como para estar sometido a una transición de fase, originando una red cristalina de núcleos de hidrógeno y con un espacio que es significativamente menor que el radio de Bohr. Como los electrones no se encuentran ligados, se comportan como los electrones de conducción en un metal.
¿Por qué soy tan pesado con esto? Pues porque para los científicos que llevan intentando desarrollarlo más de ochenta años (se predijo en 1935), el hidrógeno metálico es considerado como el «metal maravilla» que será capaz de revolucionar la ciencia puesto que podría usarse para el cableado eléctrico debido a que se le considera un superconductor, con una resistencia cero y como combustible para cohetes mucho más potente.
Ranga Dias e Isaac Silvera son los investigadores de la Universidad de Harvard en Estados Unidos capaces de desarrollar una cantidad ínfima de hidrógeno metálico (de 10 micrómetros de diámetro y apenas 1,5 de espesor). Para que os hagáis una idea: menor que la sección transversal de un cabello humano. Pero es un primer avance hacia una producción mayor de este material.
Para conseguirlo, sometieron hidrógeno a temperaturas cercanas al cero absoluto y a presiones muy elevadas mediante una prensa de diamante. Lamentablemente, aunque la muestra se mantuvo estable durante unas semanas, durante un experimento de medición con láser, la prensa de diamante se rompió y la muestra desapareció sin dejar rastro.
El hallazgo original despertó escepticismo entre la comunidad científica así que, ahora que lo han perdido, veremos a ver qué pasa.
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