Si eres una de tantas personas sobre la faz de la Tierra que necesitan gafas para leer, o ver correctamente (como es mi caso) este post quizás te venga muy bien para saber qué hacer y qué no hacer a la hora de limpiarlas correctamente.
Porque todos hemos utilizado lo primero que tenemos a mano: pañuelos (a veces hasta usados), las toallitas húmedas, las camisas… pero es que es tan fácil manchar los cristales de las gafas que, inevitablemente, recurrimos a cualquier cosa para limpiar las lentes. Debemos evitar al máximo las partículas de suciedad y polvo y tener claro que el rayado no se puede pulir. Es decir, si rayamos el cristal no tiene arreglo. Los clínex, por ejemplo, contienen minúsculas partículas de vidrio.
Pues, según los expertos, se deben evitar los clínex y apostar, claramente, por las gamuzas que los fabricantes nos entregan al comprarlas.
La mejor forma de quitar la suciedad es lavando con agua templada y jabón de pH neutro o detergente hasta generar espuma para después aclarar las lentes de nuevo con agua. Espero que no haga falta indicar que hay que frotar con suavidad los cristales hasta generar espuma. Una vez eliminada la suciedad, debemos secarlas con cuidado. El trapo ideal es aquel compuesto de seda acrílica, para mantener impolutas las lentes.
Pero si las gafas no estuvieran muy manchadas (un dedo ocasional), podemos recurrir a llevar en nuestra cartera un trapo de microfibra.
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