Seguramente habréis oído el término de «superbacteria» últimamente. Hace referencia a cepas que son resistentes a la mayoría de antibióticos que se usan comúnmente en la actualidad. Son bacterias que causan pulmonía, infección de vías urinarias o de la piel.
La resistencia de las bacterias a los antibióticos se produce por selección natural, a través de mutaciones producidas por azar. Pero las bacterias pueden transmitir nuevos genes, adaptándose con el tiempo a estos medicamentos diseñados para eliminarlas y, de esta forma, garantizar su supervivencia. Solo en el año 2013 se produjeron al menos 700.000 muertes atribuibles a organismos antibiótico-resistentes. De seguir así, en el año 2050 habrá más muertes relacionadas con superbacterias resistentes que por cáncer.
Hay determinadas acciones que pueden acelerar el desarrollo y la propagación de las bacterias. El uso indebido de antibióticos o el abuso de los mismos, así como tener prácticas poco eficaces para la prevención y el control de infecciones. En algunos casos, los menos comunes, vivir o trabajar en condiciones insalubres o manipular alimentos de manera incorrecta pueden ser causas. A todas estas razones, hay que sumar también el cambio climático. El aumento de las temperaturas produce una mayor población de insectos transmisores de enfermedades.
Aquí es donde entra Daniel López Serrano, el científico que ha dado jaque mate a las superbacterias, como dice esta entrevista de El Confidencial. «Hemos descubierto que la membrana de estas bacterias no es uniforme sino que se distribuye en compartimentos como si fuese la piel de una vaca. Hay zonas blancas, zonas negras, con diferentes composiciones de lípidos y de proteínas. Uno de estos parches, de estas zonas, es donde se organiza la maquinaria de resistencia a los antibióticos. A partir de aquí, hemos diseñado unas moléculas para eliminar los parches de manera que las superbacterias dejan de serlo en presencia de nuestras moléculas».
Pero hasta que lleguen, desde el blog, aconsejamos que, para protegerse de las bacterias dañinas, es aconsejable lavarse las manos con agua y jabón de manera frecuente o usar un desinfectante para manos a base de alcohol. Después, hay que incluir hábitos saludables en nuestra vida diaria como seguir dieta adecuada, o la manipulación de alimentos de forma debida, hacer actividad física y adoptar buenos patrones de sueño. Todos estos consejos reducen el riesgo de contraer enfermedades.
Además de estos consejos, deberíamos usar los antibióticos como indique el médico o especialista y solo cuando sea necesario. Es más, sería conveniente completar el tratamiento aunque nos sintamos mejor y, bajo ningún concepto, compartir los antibióticos o usar los medicamentos recetados a otras personas.
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