Uno de los grandes campos de batalla de los científicos sigue siendo el Alzhéimer y cómo combatir esta enfermedad neurodegenerativa. A lo largo de los últimos años, los descubrimientos han hecho idear una hipótesis sobre su origen: ¿Y si no es sólo una enfermedad, sino una infección?
Para que nos hagamos una idea, se estima que en España la prevalencia del Alzhéimer está entre el 4-9%, cuya incidencia se duplica cada 5 años a partir de los 65 años. La demencia tiene un gran impacto, ya no solo sobre el paciente, sino derivado de su grado de dependencia. El tratamiento actual tiene un limitado efecto sobre cognición y conducta.
Según nos informa El Confidencial, Jan Potempa, un microbiólogo de la Universidad de Louisville, ha descubierto Porphyromonas gingivalis en el cerebro de pacientes fallecidos por esta enfermedad. Porphyromonas gingivalis es un cocobacilo, una bacteria periodontopatógena altamente prevalente, tanto en periodontitis crónica (o enfermedad de las encías, que afecta a los tejidos de soporte dentario provocando su destrucción y, en ausencia de tratamiento, la pérdida de los dientes) como agresiva y que rara vez se encuentra presente en un periodonto sano. Un estudio de 2010 ya valoró la posibilidad de que ambas estuvieran ligadas.
Experimentos con ratones han determinado que en aquellos con infecciones orales condujeron a que se produjera el péptido beta amiloide (Aβ), la proteína asociada con el Alzheimer. Puede que no sea el origen exacto, pero están convencidos de que esta línea de investigación es importante. Los investigares identificaron enzimas tóxicas en el cerebro de pacientes con Alzhéimer pero, además, también las encontraron en cerebros de personas fallecidas por causas ajenas a esta enfermedad.
Es decir, es pronto para saber si la enfermedad de las encías provoca Alzhéimer o si es la demencia la que conduce a un cuidado bucal deficiente. Podría ser un suceso temprano que explique la patología encontrada en personas de mediana edad antes del deterioro cognitivo.
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