Tras una temporadita de parón, retomamos la actividad del blog con un tema recurrente, interesándonos por quién ha recibido este año el Nobel de Química. El premio ha ido a parar a Benjaim List, director del Instituto Max Planck de Investigación del carbón, y al británico David MacMillan, investigador de la Universidad de Princeton, en EE UU.

A principios de los años 2000, List y MacMillan comenzaron a desarrollar de forma independiente una tercera vía para crear nuevos compuestos químicos, tal y como nos cuentan en El País. Para producir sustancias de uso industrial o médico son necesarios los catalizadores, que son capaces de acelerar una reacción química. Suelen ser metales o enzimas (moléculas grandes en las que solo una pequeña parte de su estructura interviene en la reacción química).
List intentó con éxito la misma reacción usando solo la pequeña parte de la enzima que interviene en el proceso de catálisis. No es nada más y nada menos que un aminoácido llamado prolina. Mientras, MacMillan, descubrió varios catalizadores orgánicos capaces de producir la versión correcta en el 90% de los casos. El investigador británico fue el que acuñó el nombre de esta nueva forma de catálisis.
Es curioso como ambos publicaron su descubrimiento el mismo año. MacMillan lo anunció en un trabajo conjunto con sus colegas de la Universidad de California en Berkeley Kateri Ahrendt y Christopher Borths mientras que List publicó su hallazgo junto a sus colegas del Instituto de Investigación Scripps —donde trabajaba entonces— Richard Lerner y Carlos Barbas III.
Esta catálisis es fundamental para la llamada “química verde” que intenta reducir el impacto medioambiental de la producción de sustancias esenciales como combustibles o fármacos. Puede que este logro no os diga gran cosa, pero si nos fijamos, por ejemplo en las terribles deformaciones que sufren las personas afectadas por la talidomida, un medicamento para embarazadas vendido a finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, nos daremos cuenta de la importancia que tiene. Mientras una versión de la talidomida era inocua, la otra provocaba terribles malformaciones en los bebés.
No esta mal recordar que el premio está dotado con unos 980.000 euros.
Deja una respuesta