Generación de energía a través de la fotosíntesis

Seguramente que todos hayamos estudiado, en algún momento de nuestras vidas, la fotosíntesis de las plantas, de cómo son capaces de producir sus propios alimentos mediante este proceso químico complejo que, ahora, grupos de científicos de todo el mundo intentan replicar en sus laboratorios. Reproducirlo sería genial para generar energía menos contaminante.

Para hacer la fotosíntesis las plantas absorben dióxido de carbono, un compuesto fundamental en la reacción que les proporciona energía para sobrevivir. Así, reducen la cantidad de este gas de efecto invernadero en la atmósfera, contribuyendo a disminuir una concentración que ha alcanzado unos niveles tan alarmantes que, según prevén los científicos, constituyen un punto de no retorno.

Un equipo estadounidense de investigadores ha inventado un nuevo material, combinando titanio y moléculas orgánicas (los N-alquilo-2-amino tereftalatos), que es capaz de conseguir una reacción similar a la fotosíntesis: absorber luz y CO2 para producir compuestos que pueden utilizarse como fuente de energía. Es decir, atrapa el CO2 en sus poros y los compuestos orgánicos actúan como una antena que absorbe luz y aporta electrones que el óxido de titanio utiliza para convertir el gas en energía.

La sustancia toma únicamente la luz con longitudes de ondas correspondientes al color azul en el espectro electromagnético, que sirve de desencadenante de la reacción en la que el dióxido de carbono se transforma en formatos y formamidas, compuestos que pueden utilizarse como fuentes de energía.

Otros materiales que absorben luz visible, como el platino o el iridio, son demasiado escasos y caros para utilizarlos a gran escala en la fabricación de esta especie de dispositivos de fotosíntesis artificial. No ocurre lo mismo con el titanio, el metal elegido. Se probó su eficacia en el laboratorio en pequeños recipientes a los que irradiaron con ondas lumínicas en un fotorreactor.

Como leemos en esta noticia, de momento sólo lo han fabricado en pequeñas cantidades en el laboratorio, aunque el fluido podría utilizarse en instalaciones cercanas a plantas de generación de energía. Otra posibilidad, es integrar el material en tejas o baldosas que se colocarían en el tejado de las casas, limpiando el aire de dióxido de carbono y generando energía al mismo tiempo. Esta aproximación requiere el desarrollo de nuevas tecnologías e infraestructuras pero, es factible.

Pese a parecer prometedor, para lograr que el proceso sea viable a gran escala los investigadores aún tienen que aumentar su eficiencia y conseguir que los compuestos absorban un espectro más amplio de luz.

 
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